domingo, 28 de abril de 2013

Senderismo prehistórico gramadahoy.com


Una ruta por Molvízar muestra un conjunto de menhires descubiertos tras un incendio El difícil acceso y las plantas los mantuvo ocultos durante años
ROSA FERNÁNDEZ MOTRIL
Domingo Armada explicando el yacimiento de Isla de Parra.
Aunque no son tan espectaculares como los dólmenes de Stonehenge, existen restos prehistóricos a la vuelta de la esquina, más cerca de lo que imaginamos. En la Costa Tropical, en concreto, se encuentran unos menhires que un incendio puso al descubierto hace una década y que son unos grandes desconocidos en la zona. Que hayan permanecido secretos en el corazón de la vegetación del término municipal de Molvízar se debe a la dificultad de su acceso. Sin embargo, una ruta de senderismo hoy domingo va a llegar hasta estos testimonios vivientes de que hubo asentamientos humanos en la prehistoria en la comarca. 

"No está corroborado cien por cien", explica el historiador Domingo Armada, que ejercerá de guía durante la jornada. "Sin embargo, sería mucha casualidad -aunque no es imposible- que seis rocas fueran arrastradas por el río, se toparan con un árbol prehistórico y que permanecieran de pie formando un círculo perfecto", señala. "Lo que nos inclina más a pensar que ha sido obra del hombre es que están calzados", añade. 

Los numerosos senderistas que se han apuntado a esta actividad de recorrer unos 20 kilómetros recibiendo "en los momentos en los que reponemos fuerzas" explicaciones "no demasiado pesadas" sobre el entorno en el que pisan, tendrán el lujo de conocer cuáles fueron los asentamientos de los primeros hombres en la zona. "Así no se trata sólo de andar y andar", comenta Armada. 

Esta ruta ha sido promovida por Atlas Sport, que recientemente organizó el campeonato de volley playa de Motril y Salobreña. Aparte de estos presuntos restos prehistóricos situados en la Loma de las Espartinas (Sierra del Chaparral) también conocerán restos de villas romanas en la zona. Sin embargo, el reclamo fundamental son estos grandes bloques líticos denominados menhires, de unos 2,5 metros de altura, que están trabajados en sus lados, hincados verticalmente en el suelo y calzados con otras piedras más pequeñas en su parte inferior para que permanezcan erguidos. 

En noviembre de 2003 fueron descubiertos en la zona de Los Palmares por el grupo ecologista Buxus, que emitió un informe acompañado de material fotográfico sobre este hallazgo a la delegación provincial de Cultura de la Junta de Andalucía y, mediante comunicación oral, al Ayuntamiento de Molvízar. 

Las administraciones no vieron el 'filón' de estos megalitos ni siquiera como reclamo turístico antes de la crisis y ni siquiera se han estudiado para corroborar la autenticidad de esta teoría de los ecologistas e historiadores locales. 

Más bien, la difusión de estos restos prehistóricos, produjo un efecto adverso. Y es que, precisamente, en la base de sustentación de los menhires actuaron impunemente algunos expoliadores, quizás buscando algún enterramiento prehistórico o tesoro escondido. Inmediatamente, Buxus tuvo que comunicar en junio de 2004 que estos megalitos no escondían "ningún enterramiento, ni individual ni colectivo, sino que su finalidad podía ser la conmemoración de algún hecho de armas, o simplemente religiosa, simbólica o geográfica, por lo que en sus alrededores no aparecerán ajuares funerarios ni objetos de valor". 

El origen de este hecho deplorable tenía su origen en la creencia errónea de los buscadores de tesoros de que en los menhires ocurría como en los dólmenes (tumbas colectivas en forma de mesa), en los que sí son habituales los ajuares funerarios. De ahí la confusión. 

Entonces ya se pidió a las autoridades e instituciones correspondientes que se arbitraran "las medidas protectoras para evitar que continúe el expolio". Sin embargo, para vergüenza de las administraciones, ha sido la propia naturaleza la principal defensora de estos restos arqueológicos, ya que al ir creciendo durante estos años, después del terrible incendio de principios de la década de los 2000, ha ido haciendo impenetrable el lugar. 

Los senderistas de hoy, se quedarán a unos metros de este singular espectáculo, en una altura, "para evitar arañazos y magulladuras", señala Domingo Armada y, de paso, no perturbarán la paz de estas moles de piedra para que sigan descansando durante miles de años en el mismo lugar.

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