La
Academia de Buenas Letras inaugura un nuevo ciclo sobre el autor de 'Platero y yo', un conjunto de conferencias sobre los vínculos del poeta y la ciudad que durará hasta el próximo 10 de junioANDREA KAISER GRANADA
El hilo que une al creador de Platero y la ciudad de Granada es estrecho, sutil y, sobre todo, sensible. En el verano de 1924, invitado por su amigo Federico García Lorca, Juan Ramón pisó por primera vez la ciudad junto a Zenobia, su esposa. Pasaron varios días en el desaparecido Hotel París de la Gran Vía bajo la atención de los Lorca y Manuel de Falla. Aquel tiempo fue suficiente para que la ciudad le dejara asombrado. También herido. El onubense recogió sus impresiones en el libro Olvidos de Granada, donde se reúnen cartas, anécdotas, recuerdos y algunos de los símbolos más lúcidos de su poesía, todos ellos evocados por la ciudad. Puede decirse que Granada le causó una conmoción creativa: una seducción de la que es fácil responsabilizar a la Alhambra y sus jardines, como quedó de manifestó en el poema Generalife, dedicado a Isabel García Lorca, hermana de Federico. A ella, a quien llamaba La hadilla del Generalife, decía en una de sus cartas: "Granada me ha cogido el corazón. Estoy como herido, como convaleciente".
La Academia de Buenas Letras de Granada ha organizado un ciclo que al mismo tiempo es un homenaje, un canto de amor y una invitación al deleite en la siempre actual poesía de Juan Ramón Jiménez, quien fue premio Nobel de Literatura en 1956. La iniciativa surge como colaboración entre la Academia y el Museo Casa de los Tiros, en cuyos jardines se celebrarán las jornadas. En ellas se combinarán lecturas de su obra con charlas sobre los aspectos literarios y humanos del onubense. La intención fundamental es recuperar la grandeza de esta historia: acaso un romance, casi secreto, entre una ciudad y un hombre de sensibilidad imposible. Con ello se podrán recuperar algunos de los mejores versos que Granada ha recibido, y sumergir a los asistentes en la forma de mirar de un genio irrepetible.
El ciclo se estructura en cuatro jornadas que se desarrollarán a lo largo de un mes: sus ponentes son miembros de la Academia de Buenas Letras de Granada, vinculados al mundo de la crítica literaria, el ensayo y diversas universidades andaluzas.El primer coloquio tuvo como motivo el romance Generalife y contó con Rosaura Álvarez y Antonio Carvajal La próxima conferencia tendrá lugar el 27 de mayo, a las 20 horas, a cargo del profesor Antonio Sánchez Trigueros y se centrará en la relación del onubense con el modernismo andaluz. El día 3 de junio Andrés Soria Olmedo hablará, a la misma hora, acerca del vínculo del poeta con Federico García Lorca. El lunes 10 de junio Miguel Ángel Vázquez Medel profundizará en los entresijos del libro Olvidos de Granada, cuya reedición fue llevada a cabo en 2007 por él mismo y que supone un canto a los símbolos más fundamentales de la ciudad, espejos también del amor, la soledad y el propio jardín interior de Juan Ramón (poemas como El ladrón de agua o Un cerrado Luzbel de agua son ejemplo de ello).
En palabras del poeta Antonio Carvajal, la ciudad debe "aprender a ser agradecida con los autores que le han cantado". El profesor considera que la imagen de la ciudad se debe "a una creación, desde el amor, de autores no granadinos" entre los que se encuentran, además de Juan Ramón, escritores como José Zorrilla, Francisco Villaespesa o Manuel Machado. Cantos que la ciudad recibe desde fuera y que ésta aún no ha agradecido lo suficiente. Por ello, Carvajal cree que existe una deuda perpetua entre la ciudad y Juan Ramón Jiménez, a quien le atribuye la creación "del romance lírico más hermoso de toda la literatura española" y que no es otro que Generalife, un canto al agua y los jardines de Granada con la sencillez trascendental que caracteriza al onubense, por entonces en plena etapa intelectual de su poesía. Asimismo, considera que esta iniciativa le hace un profundo bien a la ciudad ya que, con sus poemas, "Juan Ramón eleva el nombre de Granada a una categoría estética inigualable".
La profunda espiritualidad de Juan Ramón y su anhelo de trascendencia también cristalizaron en nuestra ciudad. En todos los jardines, fuentes y aguas que el poeta encontró en su viaje mágico de 1924 debió dar también con un espejo de su interioridad. También, con innumerables manifestaciones de esa belleza que necesitaba para depurar su poesía y alcanzar "el nombre exacto de las cosas", como él mismo pedía. Además, su fascinación por la ciudad debió acrecentarse con el tiempo: el distanciamiento de su amistad con Federico García Lorca allá por 1927 debió hacerle vivir su pasión por la ciudad con la nostalgia de los mejores mitos: algo que volcaría en su poesía como el amor imposible con la ciudad que nunca más visitaría.
En la imagen superior, Juan Ramón Jiménez y su esposa Zenobia Camprubí durante su visita a Granada, aquí en la Huerta de San Vicente junto a Federico García. El ciclo sobre la figura del premio Nobel comenzó con Rosaura Álvarez y Antonio Carval (arriba a la derecha) y continúa el 27 de mayo con Antonio Sánchez Trigueros.
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