El catedrático de Didáctica de las Ciencias Sociales publica 'Adagio de amor en Granada', una novela que va de lo puramente ficcional hasta el género ensayístico
ELISABETH FERNÁNDEZ GRANADA
Antonio Luis García Ruiz, catedrático de Didáctica de las Ciencias Sociales, proclama que hay que recuperar el amor. Confía en el futuro y en los jóvenes. Recientemente ha publicado Adagio de amor en Granada(Natívola, 2013), una narración miscelánea que va desde lo puramente ficcional hasta el género ensayístico, donde Granada es más que una excusa para reflexionar con holgura sobre eso que llaman "la vida".
-Después de un centenar de publicaciones científicas, ahora 'Adagio de amor en Granada', un libro mitad ensayo, mitad novela.
-La idea de este libro me surgió durante mi etapa de vicedecano, debido a la intensa relación que tuve con la cultura. Lo de ensayo es una reflexión sobre educación y valores, porque, además de que creo en ellos, puede haber algo de defecto profesional.
-¿Cuál fue el motor principal que le impulsó a escribir ficción?
-La ficción es una cuestión muy creativa y yo trabajo y defiendo mucho la creatividad. En la novela hablo de ello.
-¿Cómo definiría el amor en los tiempos del neoliberalismo?
-Decía Camus que "un mundo sin amor, es como un mundo muerto". Yo amo profundamente la vida y deseo un mundo mejor para mucho tiempo. Hay que recuperar el amor.
-¿Qué tiene que decir la Generación Puente"(1945-1955) a estas Generaciones perdidas supuestamente?
-No están perdidos en absoluto. Cada curso tengo un alumnado más competente. El trabajo es otra cosa. Nosotros podemos enseñarles los valores transversales y universales que deben permanecer.
- ¿Granada en la novela es escenario o telón de fondo?
-Sí, es un escenario maravilloso, un telón de fondo único; pero también es argumento, arte y parte.
-¿Sigue Granada siendo la misma ciudad de provincias de los años cincuenta o sesenta?
-No, en absoluto, Granada es una ciudad cada día más abierto y cosmopolita. Culturalmente, es una de las más importantes de España.
-¿Los cambios sólo parecen físicos, o, también son mentales?
-Los cambios son físicos y mentales, pero también superficiales. Hay que profundizar más en los hechos y en las cosas.
-En unos tiempos que desprecian el valor de la educación pública, ¿Qué respondería usted?
-No creo que se menosprecie la educación pública; yo no lo permitiría. Otra cosa es la autocrítica y la autoevaluación, de las que nunca hablamos.
-¿Está condenada la investigación universitaria en España, o aprenderemos a tomárnosla en serio?
-Hay una concepción, totalmente equivocada sobre este asunto.
-¿Qué diferencia la Universidad española de las extranjeras?
-Las diferencias son muy pocas; pero, desafortunadamente aquí, en España sólo valoramos oficialmente lo de fuera.
-¿Deberían ser nuestros políticos más didácticos?
-Más didácticos no lo sé, pero sí habrían de tener más interés por los problemas de la ciudadanía.
-¿La erudición es un grado o experiencia?
-Son las dos cosas. Pero personas eruditas puede haber y de hecho las hay, en cualquier sitio, no sólo en la Universidad.
-Dígame una razón para confiar en el futuro.
-La juventud actual está más preparada que nosotros; saben más idiomas, más tecnologías, están mejor informados, hacen más deporte, oyen más música, comparten más espacios culturales e ideológicamente son menos sectarios.
-Después de un centenar de publicaciones científicas, ahora 'Adagio de amor en Granada', un libro mitad ensayo, mitad novela.
-La idea de este libro me surgió durante mi etapa de vicedecano, debido a la intensa relación que tuve con la cultura. Lo de ensayo es una reflexión sobre educación y valores, porque, además de que creo en ellos, puede haber algo de defecto profesional.
-¿Cuál fue el motor principal que le impulsó a escribir ficción?
-La ficción es una cuestión muy creativa y yo trabajo y defiendo mucho la creatividad. En la novela hablo de ello.
-¿Cómo definiría el amor en los tiempos del neoliberalismo?
-Decía Camus que "un mundo sin amor, es como un mundo muerto". Yo amo profundamente la vida y deseo un mundo mejor para mucho tiempo. Hay que recuperar el amor.
-¿Qué tiene que decir la Generación Puente"(1945-1955) a estas Generaciones perdidas supuestamente?
-No están perdidos en absoluto. Cada curso tengo un alumnado más competente. El trabajo es otra cosa. Nosotros podemos enseñarles los valores transversales y universales que deben permanecer.
- ¿Granada en la novela es escenario o telón de fondo?
-Sí, es un escenario maravilloso, un telón de fondo único; pero también es argumento, arte y parte.
-¿Sigue Granada siendo la misma ciudad de provincias de los años cincuenta o sesenta?
-No, en absoluto, Granada es una ciudad cada día más abierto y cosmopolita. Culturalmente, es una de las más importantes de España.
-¿Los cambios sólo parecen físicos, o, también son mentales?
-Los cambios son físicos y mentales, pero también superficiales. Hay que profundizar más en los hechos y en las cosas.
-En unos tiempos que desprecian el valor de la educación pública, ¿Qué respondería usted?
-No creo que se menosprecie la educación pública; yo no lo permitiría. Otra cosa es la autocrítica y la autoevaluación, de las que nunca hablamos.
-¿Está condenada la investigación universitaria en España, o aprenderemos a tomárnosla en serio?
-Hay una concepción, totalmente equivocada sobre este asunto.
-¿Qué diferencia la Universidad española de las extranjeras?
-Las diferencias son muy pocas; pero, desafortunadamente aquí, en España sólo valoramos oficialmente lo de fuera.
-¿Deberían ser nuestros políticos más didácticos?
-Más didácticos no lo sé, pero sí habrían de tener más interés por los problemas de la ciudadanía.
-¿La erudición es un grado o experiencia?
-Son las dos cosas. Pero personas eruditas puede haber y de hecho las hay, en cualquier sitio, no sólo en la Universidad.
-Dígame una razón para confiar en el futuro.
-La juventud actual está más preparada que nosotros; saben más idiomas, más tecnologías, están mejor informados, hacen más deporte, oyen más música, comparten más espacios culturales e ideológicamente son menos sectarios.
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