jueves, 15 de junio de 2017

Desahucios en los altares granadahoy.com

ALBERTO MATARÁN

El 21 de junio van a desahuciar a Natividad Ibáñez, una mujer maltratada con una hija menor a su cargo, sin ingresos

Ciudades Libres de Desahucios es uno de tantos eslóganes electorales que los políticos granadinos olvidan cuando tocan poder. ¿La prueba?: el 21 de junio van a desahuciar a Natividad Ibáñez, una mujer maltratada con una hija menor a su cargo, sin ingresos, y, lo que es más grave, sin otro lugar en el que vivir cuando sea expulsada de su casa, y todo ello en el contexto del distrito norte, el más castigado por la crisis y el olvido institucional.
La tragedia de los barrios populares se hace carne y hueso en la crudeza de la vida cotidiana de Nati y su hija. A familias como esta sólo les dan una opción: marcharse a otros lugares, incluyendo algunos municipios del cinturón que acumulan un porcentaje cada vez mayor de población en riesgo de exclusión que queda aislada en una periferia mal comunicada por los transportes públicos. El objetivo final lo explicó David Harvey, hace décadas, en La justicia social y la ciudad: expulsar a la población originaria de estos barrios activando posteriormente la regeneración urbana y creando un polo de desarrollo en espacios de gran interés para los especuladores que acechan nuestras ciudades.
Ayer un periodista, al terminar de contarle el sufrimiento de Nati, me preguntaba alarmado cuál era el banco con intereses espurios que iba a cometer este atentado contra una familia y un barrio tan desprotegidos. Se quedó de piedra cuando le dije que la vivienda era propiedad de la Junta de Andalucía y que la denuncia parte de la Agencia (Pública) de la Vivienda (AVRA), que tiene a una mujer como directora de la Oficina de Almanjáyar, como mujeres son también la concejala Jemi Sánchez y la delegada de la Junta, Mariela Fernández, máximas responsables del maltrato a otra mujer.
Estas sacerdotisas paganas quieren ofrecer a la Diosa Susana el sacrificio de Nati y de su niña con motivo del solsticio de verano, demostrando así su fe inquebrantable en un Gobierno andaluz que no se doblega ante movilizaciones sociales. Lo de los hospitales ha sido la excepción que confirma la regla, y por eso no paran de conjugar hechizos para retrasar la desfusión. Como ocurría en la Inglaterra de Margaret Thatcher, quienes duden del poder omnímodo de la Diosa serán despellejados, máxime si osan cuestionar el status quo de las zonas donde la crisis ha golpeado más fuerte. Sin embargo ambas han errado: el pueblo cuando es maltratado deja de creer, y en Granada se asocia a Stop Desahucios o termina votando a los laboristas como Pedro Sánchez. Así que o se dan cuenta o se quedan sin adeptos.

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