En la localidad se celebra desde hace años un festival jazzístico y han contactado con el abuelo de Marc Márquez para que el motorista vaya a las fiestas
ANDRÉS CÁRDENAS | BUSQUÍSTAR (GRANADA)
Vista del municipio de Busquístar. :: R. Vílchez |
Tras pegarle un trago de agua de la fuente agria y escupir un cerrojo, el viajero de la rempuja panamá llega a Busquístar, que es uno de los pueblos que mejor conservan la tradicional estructura de las casas con terraos y launas. En los pueblos pequeños todavía funciona la tradición de dar los "buenos días" y desearte una feliz jornada. Nada más bajar del coche lo compruebo cuando una vecina pasa por mi lado y espeta:
-Buenos días nos dé Dios.
-Buenos días tenga usted.
La vecina viene del "baratillo" donde ha comprado una bata que le hacía falta y una funda para el colchón, que también le hacía falta. Por lo menos así se lo explica a otra vecina que porta una garrafa con agua.
Aún no ha culminado la mañana con el ciclo que le tiene asignado el tiempo cuando decido, para espantar también el muermo del alma, dar un paseo por Busquístar. El calor ha dado una pequeña tregua y corre un airecillo que predispone el ánimo a la andada.
Las calles de Busquístar se descuelgan en cascada por el barranco que van a dar al río Trevélez y algunas casas parecen salamanquesa pegadas a la roca. «Cuando más nos acercamos, más milagroso parece que las casas se mantengan pegadas a su cimientos y no se hayan ido cerro abajo hacia el río con las aguas turbulentas de alguna tempestad», escribe Eduardo Castro en su guía.
El paseo es provechoso y anoto todo lo que veo: una lagartija trepa por las aburridas piedras, un gato relamido que está enroscado en una umbría, dos mujeres que hablan animosas en el quicio de una puerta, un dumper con tres jóvenes encima que transportan tablones a algún lugar del pueblo y un campesino con morrala de esparto viejo que vuelve del campo con su burro de andares cansinos y aburridos.
Busquístar tiene muchas balaustradas desde las que se ve la hondonada del río y, al frente, el farallón del Conjuro. Y si en época remota, en el término municipal, que es extenso, había frondosos bosques de encinas, robles y castaños, ahora solo quedan las muestras. Por allí hay restos ibéricos, según ha demostrado la arqueología que se ha practicado en la zona. El mismo Paco Izquierdo lo dice en su libro: «Por la venta del Relleno, en las Carihuelas, que ya son de un ejemplar definitivo, hay grafismos y rascaderas merecedoras de estudio. La misma cueva del Padre Galerosa, en Los Peñones, es un arsenal de señales ibéricas».
El domador de animales
A los de Busquístar les llaman "los chamuscaos". Unos dicen que porque antiguamente en sus inmediaciones siempre se estaban haciendo fogatas para hacer picón y carbón y otros porque el rostro tiznado que presentaban los busquisteños se debía a su trabajo en las minas de hierro del Conjuro, que echaron el cierre definitivo en 1973. De todas maneras el mote ha perdido mucha fuerza porque ya ni hay minas ni se hacen fuegos en Busquístar como antaño. Los únicos fuegos que se hacen son los de las barbacoas.
Toda buena caminada que se precie culmina con un trago. Para tal propósito me sirve la taberna de Juan Vargas, que está cerca de la plaza.
Nada más entrar me encuentro con un viejo conocido. Se llama Andrés Salmerón y es el soltero más famoso del pueblo.
-¿Tienes ya novia, tocayo?
-No, todavía no. Pero ya vendrá.
Andrés puso una vez un anuncio en el periódico diciendo que era un hombre de posibles y que buscaba esposa
-Vino una francesa a mi cortijo a conocerme y a pasar dos semanas. A los dos o tres días yo le pedí relaciones... ya sabe... Pero ella me dijo que no podía, que estaba mala, que tenía la regla. A la semana se las pedí otra vez y ella igual, que seguía con la regla. ¿Cuánto le dura la regla a las francesas?, le pregunté. Me dijo que dos semanas, justo el tiempo que iba a pasar conmigo. Fue cuando me barrunté que esta había venido a por los dineros que tenía yo en una cartilla. Así que le dije que se fuera a Francia, que yo no podía verla así siempre mala, pobrecilla...
A Juan Vargas, el tabernero, también lo conozco también desde hace tiempo, desde que fue alcalde de Busquístar y me dijo en una entrevista que él solucionaba todos los problemas municipales en el bar porque estaba obligado a pasar más tiempo allí que en el Consistorio. Allí mojo el gaznate con una buena cerveza, pues ha pasado la hora del Ángelus y ya estoy harto de agua, que de todo se harta uno.
Uno de los parroquianos del bar de Vargas es Conrado Moreno, al que han operado hace poco de cadera y ya no puede hacer aquello que más le ha gustado en su vida: domar animales.
-A los caballos los cansaba y a las vacas las uncía pa que araran. Eso no todo el mundo sabe hacerlo. Primero tiene que gustarte y luego hace falta mucha voluntad, que yo he tenido mucha, ¿sabe usted?
Ahora Conrado vive de la "paguilla" que le da en Gobierno y de la tranquilidad que le da tener siempre amigos a mano.
Abierto lo martes
Cuando llego a Busquístar es martes y eso, entre otras cosas, significa que está abierta la oficina de la caja de ahorros. Con esto de los recortes y de la crisis, varios pueblos como Trevélez, Pórtugos y Bérchules han perdido oficinas de la Caja, pero Busquístar la tiene una día a la semana.
-Siempre me gusta venir aquí, son personas a las que ya conozco muy bien y buena gente. Ahora abrimos la oficina una vez a la semana, pero yo me acuerdo cuando veníamos e íbamos casa por casa llevándole las pagas a los jubilados -dice Manuel López, el empleado de CajaGranada, que es de Ízbor pero que al menos un día a la semana es feliz: cuando va a Busquístar.
Busquístar es pueblo también de vecinos con voluntades recias, como la de Josefa Martín, que hace bolsos con anillas de las latas de cervezas y de refrescos.
-¿Y adónde va a por tanta anilla?
-Tiene emperchao a todo el pueblo y muchas se las mandan de Barcelona.
Pero si de algo pueden presumir los "chamuscaos", es de alcaldesa. Se llama Elizabeth Lizarra Puentedura, aunque todo el mundo la llama simplemente "Eli". Eli, además de una chica envuelta en belleza y simpatía, es una alcaldesa multifuncional y en el momento de conocerla la pillamos enfrascada en preparar la barra para el certamen de jazz. Bien dispuesta, se quita los guantes de goma y saluda al cronista:
-Es que en estos pueblos ya se sabe, tenemos que hacer de todo. Si usted es periodista podría hablar de nuestro festival de jazz. Este año vienen Aaron Goldberg, Al Supersonic and The Teennagers y Ola Onabule band. No crea que no me ha costado aprenderme los nombres de los grupos porque yo de jazz no sé casi nada, pero tuve que memorizarlos para la rueda de prensa que dimos en Granada. Iba por el camino e iba repitiendo: Aaron Goldberg, Al Supersonic y Ola Onabule Band. Aaron Goldberg, Al Supersonic y Ola Onabule Banda? Mi hijo que venía conmigo creía que estaba loca.
El que haya allí un festival de jazz, me explica Eli, es un sueño de un vecino llamado Rafael Ruiz.
-Se empeñó y ya ve, ya estamos en la séptima edición.
-Entonces, ¿a los chamuscaos os gusta el jazz?
-Bueno, viene gente de todas partes.
Eli es de las que está convencida de que cada pueblo tiene que tirar de lo que posee para salir del anonimato que le deja el mapa de la provincia. Dice Eli que ha contactado con el abuelo del Marc Márquez, el piloto de motociclismo, que es de Busquístar. Y también tienen contactos con Manuel Orantes, el tenista, que por lo visto nació en el pueblo.
-Queremos que vengan y que sepan cómo es ahora el Busquístar en el que nacieron. Yo creo en la gente de aquí. Dentro de poco se va a abrir una fábrica de mermelada. Tenemos también productos ecológicos como los tomates cherrys y las frambuesas que están funcionando muy bien? En fin, qué quiera que le diga de Busquístar que usted ya no sepa.
-Lo de la fábrica de mermelada no lo sabía.
-Pues ya lo sabe. Está usted invitado a la inauguración.
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