El servicio de Protección Civil de Bomberos trabaja en un documento que implica a toda la ciudad para diseñar el plan de coordinación más completo del país Los técnicos trabajan con la hipótesis de un seísmo de magnitud 6,5
ANA GONZÁLEZ VERA GRANADA / A. G. V. GRANADA
Hace casi 60 años que la capital no sufre los devastadores efectos de un terremoto. Pero el recuerdo de aquella tarde de abril de 1956 en la que el suelo se rompió en Albolote llevándose 12 vidas está siempre presente en la oficina de Protección Civil del Parque Norte de Bomberos. El alto riesgo de seísmos que sobrevuela Granada obliga a estar preparados para una catástrofe de dimensiones similares a las que sufrió la localidad murciana de Lorca hace dos años, de magnitud 5,1. Como el servicio de Protección Civil del Parque de Bomberos junto al servicio de protección de la edificación de Urbanismo no quieren correr riesgos, están inmersos desde hace años en la elaboración de un plan específico para saber cómo actuar ante este tipo de fenómenos.
Aunque el suelo granadino no ha vuelto a revolverse con esta virulencia en los últimos 60 años, los técnicos del área de Protección Civil han cuantificado los daños que se producirían en los distintos barrios de la ciudad (tanto en las infraestructuras como en las personas) y el número de víctimas que dejaría a su paso un terremoto de intensidad 9-10 y de magnitud 6,5 que es el peor caso posible que se contempla para Granada.
Terminado este trabajo, Sergio Iglesias, asesor técnico del servicio de prevención y extinción de incendios y salvamento, se ha propuesto implicar a toda la ciudad en un trabajo de coordinación que llevará a Granada a contar con uno de los planes de protección sísmica más exhaustivos de toda España.
Después de reunir a los colegios profesionales de arquitectos, arquitectos técnicos, ingenieros de caminos y expertos universitarios, Sergio ha comenzado a trabajar con las empresas de suministros de la ciudad. Y es que si la ciudad sufriera una sacudida de este tipo habría que movilizar a toda la sociedad. "Una vez que conozco los distritos en los que se producirían los daños más graves necesitaríamos arquitectos e ingenieros que hicieran en 24 horas una inspección de todo el parque de viviendas de la ciudad, formado por 100.000 edificios, para evacuar a todos aquellos con riesgo de desplome", explica.
El panorama se puede complicar hasta el infinito. ¿Qué pasaría si se partiera una tubería de gas y hubiera un escape? ¿Aguantarían el temblor los depósitos de agua de Cartuja o habría un maremoto de agua bajando por Cardenal Parrado?, ¿Y si no hubiera teléfono? ¿Y si no se pudiera llegar a la ciudad por carretera? ¿Sabríamos cuántos edificios sanitarios quedarían en pie? ¿En cuántos estarían operativos los quirófanos? ¿Y si hubiera 30.000 heridos, habría 30.000 camas en hospitales que hayan resistido el seísmo?
Parece ciencia ficción, pero no lo es. Y quienes mejor lo saben son los que comprobaron de cerca los efectos del temblor de Lorca. Por eso, Sergio y su equipo (Pablo Sabio y Cristóbal Guzmán) han empezado a reunir a todos los agentes que tienen algo que aportar al plan. La tarea no es fácil ya que no todo el mundo tiene el mismo grado de concienciación a la hora de colaborar. La falta de experiencia previa en este tipo de siniestros y la ausencia de conciencia preventiva dificultan considerablemente este trabajo. "Los riesgos son más difíciles de planificar mientras menos sucedan, y eso ocurre con los terremotos", añade Sergio Iglesias. "No tenemos experiencia".
En cualquier caso, los estudios deben ir encaminados a establecer qué personal, qué medios harían falta y dónde se van a concentrar los daños . "Necesito conocer el estado general de la ciudad, no quiero saber si en La Chana se va a caer el número 4 o si va a sufrir daños el tabique del baño del tercero B, es absurdo y mentira porque eso es impredecible", afirma el técnico. Lo que sí pueden saber es en qué zonas de la ciudad se concentrarían los daños. Del análisis de los suelos y la antigüedad de las construcciones se deriva que las zonas más antiguas de Granada son las que gozan de los mejores terrenos (Albaicín, Realejo, Bola de Oro, la colina de la Alhambra), aunque aquí están también las construcciones más antiguas y por tanto, no adaptadas a la normativa antisísmica que data de los años 70.
En el lado opuesto estarían las zonas más nuevas, con edificios mejor construidos, pero con un suelo de menor calidad.
"Vivimos en una ciudad que tiene la Sierra y la playa a media hora, eso conlleva que tengamos la diferencia de cota más grande de toda la Península; en 50 kilómetros tenemos más de 3.500 metros de desnivel porque hay una placa tectónica activa, y eso significa que hay terremotos", dice el técnico. Conviene tener también en cuenta que Granada está en una cuenca sedimentaria y aquí se produce un efecto de sitio que hace que los terremotos sean más largos y se produzcan resonancias.
Aunque son incapaces de dar una fecha para la culminación del plan de riesgos sísmicos, Sergio Iglesias cree que el balance del trabajo hecho es muy bueno y se muestra satisfecho por el empuje que el plan ha tenido en los últimos tiempos 'gracias' al suceso de Lorca. "La gente, los políticos empezaron a ver que esto pasa, y pasó en una ciudad como la nuestra, a 200 kilómetros en línea recta de aquí", declara Iglesias. Una vez que el equipo concluya los mapas con los suministros, que se sumarán al plan de peligrosidad (periodo de retorno del suceso catástrófico, cada cuanto pasa), vulnerabilidad (porcentaje de daño en edificios y personas) y riesgo (cuantificación del suceso en dinero o víctimas), Granada sabrá en qué estado quedaría la ciudad tras un terremoto y cómo afrontar la emergencia. Luego el documento tendrá que pasar por la junta local de Protección Civil, por la junta de gobierno local y por pleno y, finalmente tendrá que llegar a la Junta, quien homologará el documento.
Las fichas que debe rellenar el técnico que realiza la Inspección Técnica de Edificios (ITE) en todos aquellos inmuebles de la ciudad con más de 50 años han incorporado un apartado de recomendaciones para mejorar la resistencia de viviendas antiguas ante un seísmo. No son obligatorias, ("aunque deberían serlo") pero el técnico del servicio de Protección Civil, Cristóbal Guzmán, cree que ya es un avance importante. Lo primero que los técnicos deben mirar es si el edificio está bien mantenido: los revestimientos deben estar bien, las barandillas de ladrillo en las terrazas no deben tener fisuras en los cantos de forjados y si los tienen hay que atornillarlos para evitar que en caso de seísmo esa plancha de obra caiga a la calle.
Si el propietario tiene un piso blando (aquellos en los que se ha hecho una reforma y se han quitado los tabiques) debe saber que su casa es más vulnerable a los seísmos, ya que estos tabiques disipan la energía. Cuando el movimiento sube por la estructura tiende a romper lo más frágil (cristales, o tabiques); si no hay tabiques los daños se concentran en la estructura, lo que puede hacer que ésta se caiga. En estos casos debería ser obligatorio reforzar la estructura, si bien, hoy por hoy, estas modificaciones no son exigibles.
Cristóbal Guzmán cree que aunque los avances son muy leves, al menos se ha conseguido que la ITE se implante no solo en los edificios del conjunto histórico sino en toda la ciudad. "El principal problema que tenemos son los edificios que se hicieron antes de la primera norma sismorresistente porque estos edificios se hicieron sin norma sísmica, elevando las alturas, en mala zona y con materiales inadecuados", apunta Guzmán.
Sergio Iglesias lo tiene claro: "No haría falta tanto plan si todo el mundo tuviera una cultura preventiva", y recuerda que en el terremoto de Lorca de los 9 muertos 7 no hubieran fallecido si no hubieran salido corriendo de donde estaban en mitad del terremoto. "No vivimos en un país que tenga una cultura preventiva", añade Iglesias, quien insiste es que es imprescindible que los niños sepan dónde viven y cómo se actúa ante un siniestro. "Eso es cultura preventiva".
Los técnicos no dudan en mostrar su sorpresa ante la escasa cultura preventiva que se imparte en los colegios y como muestra, un botón. ¿Cuántos colegios de la provincia han hecho simulacros de terremotos en los últimos años? Solo dos: Albolote y Atarfe, curiosamente los municipios que han vivido en primera persona un movimientos sísmico a lo largo de la historia.
"Es curioso la cantidad de dinero que se está invirtiendo a la hora de poner en marcha los certificados energéticos de las viviendas... ahora tan de moda. ¿No sería más operativo que se le exigiera a los edificios un certificado con su resistencia sísmica?", se preguntan desde la oficina del Servicio de Protección del Parque de Bomberos Norte. Posiblemente sí
Aunque el suelo granadino no ha vuelto a revolverse con esta virulencia en los últimos 60 años, los técnicos del área de Protección Civil han cuantificado los daños que se producirían en los distintos barrios de la ciudad (tanto en las infraestructuras como en las personas) y el número de víctimas que dejaría a su paso un terremoto de intensidad 9-10 y de magnitud 6,5 que es el peor caso posible que se contempla para Granada.
Terminado este trabajo, Sergio Iglesias, asesor técnico del servicio de prevención y extinción de incendios y salvamento, se ha propuesto implicar a toda la ciudad en un trabajo de coordinación que llevará a Granada a contar con uno de los planes de protección sísmica más exhaustivos de toda España.
Después de reunir a los colegios profesionales de arquitectos, arquitectos técnicos, ingenieros de caminos y expertos universitarios, Sergio ha comenzado a trabajar con las empresas de suministros de la ciudad. Y es que si la ciudad sufriera una sacudida de este tipo habría que movilizar a toda la sociedad. "Una vez que conozco los distritos en los que se producirían los daños más graves necesitaríamos arquitectos e ingenieros que hicieran en 24 horas una inspección de todo el parque de viviendas de la ciudad, formado por 100.000 edificios, para evacuar a todos aquellos con riesgo de desplome", explica.
El panorama se puede complicar hasta el infinito. ¿Qué pasaría si se partiera una tubería de gas y hubiera un escape? ¿Aguantarían el temblor los depósitos de agua de Cartuja o habría un maremoto de agua bajando por Cardenal Parrado?, ¿Y si no hubiera teléfono? ¿Y si no se pudiera llegar a la ciudad por carretera? ¿Sabríamos cuántos edificios sanitarios quedarían en pie? ¿En cuántos estarían operativos los quirófanos? ¿Y si hubiera 30.000 heridos, habría 30.000 camas en hospitales que hayan resistido el seísmo?
Parece ciencia ficción, pero no lo es. Y quienes mejor lo saben son los que comprobaron de cerca los efectos del temblor de Lorca. Por eso, Sergio y su equipo (Pablo Sabio y Cristóbal Guzmán) han empezado a reunir a todos los agentes que tienen algo que aportar al plan. La tarea no es fácil ya que no todo el mundo tiene el mismo grado de concienciación a la hora de colaborar. La falta de experiencia previa en este tipo de siniestros y la ausencia de conciencia preventiva dificultan considerablemente este trabajo. "Los riesgos son más difíciles de planificar mientras menos sucedan, y eso ocurre con los terremotos", añade Sergio Iglesias. "No tenemos experiencia".
En cualquier caso, los estudios deben ir encaminados a establecer qué personal, qué medios harían falta y dónde se van a concentrar los daños . "Necesito conocer el estado general de la ciudad, no quiero saber si en La Chana se va a caer el número 4 o si va a sufrir daños el tabique del baño del tercero B, es absurdo y mentira porque eso es impredecible", afirma el técnico. Lo que sí pueden saber es en qué zonas de la ciudad se concentrarían los daños. Del análisis de los suelos y la antigüedad de las construcciones se deriva que las zonas más antiguas de Granada son las que gozan de los mejores terrenos (Albaicín, Realejo, Bola de Oro, la colina de la Alhambra), aunque aquí están también las construcciones más antiguas y por tanto, no adaptadas a la normativa antisísmica que data de los años 70.
En el lado opuesto estarían las zonas más nuevas, con edificios mejor construidos, pero con un suelo de menor calidad.
"Vivimos en una ciudad que tiene la Sierra y la playa a media hora, eso conlleva que tengamos la diferencia de cota más grande de toda la Península; en 50 kilómetros tenemos más de 3.500 metros de desnivel porque hay una placa tectónica activa, y eso significa que hay terremotos", dice el técnico. Conviene tener también en cuenta que Granada está en una cuenca sedimentaria y aquí se produce un efecto de sitio que hace que los terremotos sean más largos y se produzcan resonancias.
Aunque son incapaces de dar una fecha para la culminación del plan de riesgos sísmicos, Sergio Iglesias cree que el balance del trabajo hecho es muy bueno y se muestra satisfecho por el empuje que el plan ha tenido en los últimos tiempos 'gracias' al suceso de Lorca. "La gente, los políticos empezaron a ver que esto pasa, y pasó en una ciudad como la nuestra, a 200 kilómetros en línea recta de aquí", declara Iglesias. Una vez que el equipo concluya los mapas con los suministros, que se sumarán al plan de peligrosidad (periodo de retorno del suceso catástrófico, cada cuanto pasa), vulnerabilidad (porcentaje de daño en edificios y personas) y riesgo (cuantificación del suceso en dinero o víctimas), Granada sabrá en qué estado quedaría la ciudad tras un terremoto y cómo afrontar la emergencia. Luego el documento tendrá que pasar por la junta local de Protección Civil, por la junta de gobierno local y por pleno y, finalmente tendrá que llegar a la Junta, quien homologará el documento.
Las fichas que debe rellenar el técnico que realiza la Inspección Técnica de Edificios (ITE) en todos aquellos inmuebles de la ciudad con más de 50 años han incorporado un apartado de recomendaciones para mejorar la resistencia de viviendas antiguas ante un seísmo. No son obligatorias, ("aunque deberían serlo") pero el técnico del servicio de Protección Civil, Cristóbal Guzmán, cree que ya es un avance importante. Lo primero que los técnicos deben mirar es si el edificio está bien mantenido: los revestimientos deben estar bien, las barandillas de ladrillo en las terrazas no deben tener fisuras en los cantos de forjados y si los tienen hay que atornillarlos para evitar que en caso de seísmo esa plancha de obra caiga a la calle.
Si el propietario tiene un piso blando (aquellos en los que se ha hecho una reforma y se han quitado los tabiques) debe saber que su casa es más vulnerable a los seísmos, ya que estos tabiques disipan la energía. Cuando el movimiento sube por la estructura tiende a romper lo más frágil (cristales, o tabiques); si no hay tabiques los daños se concentran en la estructura, lo que puede hacer que ésta se caiga. En estos casos debería ser obligatorio reforzar la estructura, si bien, hoy por hoy, estas modificaciones no son exigibles.
Cristóbal Guzmán cree que aunque los avances son muy leves, al menos se ha conseguido que la ITE se implante no solo en los edificios del conjunto histórico sino en toda la ciudad. "El principal problema que tenemos son los edificios que se hicieron antes de la primera norma sismorresistente porque estos edificios se hicieron sin norma sísmica, elevando las alturas, en mala zona y con materiales inadecuados", apunta Guzmán.
Sergio Iglesias lo tiene claro: "No haría falta tanto plan si todo el mundo tuviera una cultura preventiva", y recuerda que en el terremoto de Lorca de los 9 muertos 7 no hubieran fallecido si no hubieran salido corriendo de donde estaban en mitad del terremoto. "No vivimos en un país que tenga una cultura preventiva", añade Iglesias, quien insiste es que es imprescindible que los niños sepan dónde viven y cómo se actúa ante un siniestro. "Eso es cultura preventiva".
Los técnicos no dudan en mostrar su sorpresa ante la escasa cultura preventiva que se imparte en los colegios y como muestra, un botón. ¿Cuántos colegios de la provincia han hecho simulacros de terremotos en los últimos años? Solo dos: Albolote y Atarfe, curiosamente los municipios que han vivido en primera persona un movimientos sísmico a lo largo de la historia.
"Es curioso la cantidad de dinero que se está invirtiendo a la hora de poner en marcha los certificados energéticos de las viviendas... ahora tan de moda. ¿No sería más operativo que se le exigiera a los edificios un certificado con su resistencia sísmica?", se preguntan desde la oficina del Servicio de Protección del Parque de Bomberos Norte. Posiblemente sí
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