domingo, 11 de octubre de 2015

"Granada es como un nenúfar, una ciudad bellísima que se alimenta del barro" granadahoy.com

El flamenco y la canción de autor se unen en 'La voz y la palabra', un espectáculo que rinde tributo a la poesía y que presentan el 23 de octubre en el Teatro de CajaGranada
G. CAPPA GRANADA

-¿'La voz y la palabra' surge como una relación de una noche o su compromiso va más allá?

-(Enrique Moratalla) Es mejor el planteamiento conceptual que el día a día, porque hemos tenido muchas dificultades. Nos sentamos y nos pusimos de acuerdo inmediatamente en los temas, los poetas y el concepto del disco, pero poner de acuerdo a los músicos está siendo un espanto. Pero este trabajo no es algo coyuntural para hacer un bolo el día 23, pensamos que es un estreno que tendrá largo recorrido, por lo que buscamos gente que tenga buen nivel musical y que sean buenas personas. 

-(Juan Pinilla) Enrique tuvo la idea de juntarnos, pero yo llevaba ya muchos años con la idea de hacer algo relacionado con Manifiesto Canción del Sur, me refiero a Enrique Moratalla, Carlos Cano, Antonio Mata, Enrique Valdivieso, Juan de Loxa... Es gente con la que me he sentido unido desde el punto de vista estético y musical y para mí este disco es histórico, porque en otro momento quizás no se hubiese materializado esta idea. Enrique y yo coincidimos desde hace tiempo en una tertulia radiofónica, la afinidad viene desde hace mucho tiempo y yo tengo su música en la cabeza, todos los poetas a los que él ha llegado yo los tenía en mi horizonte artístico, pero nunca me había atrevido a darles forma. 

-Fito Páez y Joaquín Sabina grabaron un disco juntos y a continuación se enemistaron durante años. ¿En qué basan su trabajo y su relación? 

-(JP) Cuando comenzamos a trabajar Enrique me dijo que teníamos que ser lo más sinceros posible el uno con el otro. Él es un gran profesional, ha tenido puestos de responsabilidad en la Administración que le han dejado esa forma de trabajar con la que yo me siento identificado a pesar de ser flamenco, aunque es verdad que yo no tengo nada que ver con ese mito poético de mis compañeros y me siento muy cómodo con él. 

-(EM) Todo ha sido más fácil porque, aunque nos conocíamos desde hace mucho tiempo, llevamos un año y medio compartiendo tertulia , lo que hace que nos conozcamos mucho más. En esos espacios se opina de lo divino y lo humano, es más fácil conocer la actitud de cada uno ante la vida, algo que para mí es fundamental. Aunque hay discrepancias, siempre hay un respeto y jamás nos hemos interrumpido, lo que no se puede decir de otras tertulias que son un gallinero. 

-¿Quién es más canalla, un cantautor o un cantaor? 

-(EM) Supongo que yo, pero sólo por la edad, por acumulación. Juan es una persona que, para ser flamenco, es un tipo que se cuida muchísimo, que entiende que esto es un trabajo que tiene sus reglas del juego. Aparte de que como es tan hipocondríaco y toda mi familia son médicos... Soy un escéptico, tengo muchas más dudas que certezas, aunque tendría que ser al contrario por la edad. La famosa frase de "cuanto más conozco a las personas más quiero a mi perro" la voy asumiendo, desafortunadamente. A pesar de eso, los dos somos unos entusiastas. 

-Además de la presencia de Enrique Moratalla, Manifiesto Canción del Sur está presente en el disco con un poema de Juan de Loxa. ¿Por qué ese olvido de la obra de un hombre que seguramente ha sido el mayor aglutinador de cultura de la ciudad? 

-(JP) En mi disco sobre Blas Infante incluí cosas suyas. Pero es verdad, hay un gran desarraigo y un gran desconocimiento de los jóvenes, algo que me entristece y me asusta. Creo que hay muy poco respeto por estas instituciones del pensamiento. 

-Casi todos los componentes de Manifiesto Canción del Sur han muerto demasiado jóvenes. En este sentido, ¿Enrique Moratalla se siente como un superviviente? 

-(EM) Yo era el más joven de todos ellos, entré en el Manifiesto con 17 años, ya no están con nosotros Carlos Cano, Esteban Valdivieso, Antonio Mata... Es como si hubiese una maldición sobre esta generación, pero si echo la vista atrás es una suerte poder vivir con esa intensidad lo que fue Manifiesto. Yo era hijo de militar y me detuvieron tres veces, no era un agitador ni un delincuente, simplemente las letras pasaban por Información y Turismo antes de cantarlas, podían autorizarte una y otra no. Todo eso hacía que fuese una experiencia potente, extraña y vivida con mucha pasión. Manifiesto fue como la rosa de los vientos, me marcó el camino a seguir, tanto a nivel artístico como vital. 

-Por otro lado, es habitual ver a Juan Pinilla al lado de personas con más edad, como si se sintiera un extraño entre los de su generación... 

-(JP) Es verdad, yo comencé en el flamenco en mi pueblo y, cuando llegué a la ciudad, observé que el nivel de mis compañeros era enorme, pero mi nivel de conocimiento del flamenco era mayor. Pocos conocían a la Niña de los Peines, a Vallejo, conocían a Camarón o a Enrique Morente, con el que además habían coincidido. Ahí ya comencé a sentirme rara avis y a buscar la compañía de gente como Francisco Manuel Díaz o Antonio Gallegos, gente con la que poder hablar en profundidad de cante flamenco. También intenté hacer ver a mis compañeros que el futuro del flamenco pasaba por leer, estudiar, dar muchas vueltas para hacer crecer este arte, cosas que tienen los guitarristas y los bailaores, que por eso están a años luz de los cantaores. En ese sentido tampoco fui escuchado, hoy en día hay mucha demagogia en el flamenco, por eso recurro a los clásicos y a los jóvenes que tienen ideas brillantes. No soy un antiflamenco, al contrario, soy más flamenco que la gran mayoría. No hay que llevar un tatuaje de Camarón para ser flamenco ni uno del Che Guevara para ser comunista. 

-¿Cómo han seleccionado las canciones desde el punto de vista ético? 

-(JM) Poetas reconocidos internacionalmente que han supuesto una revolución ética y estética. Hay curiosidades como musicar por primera vez un poema de un Nobel como Vicente Aleixandre o un Premio Cervantes como Paco Umbral. En Mortal y rosa tiene fragmentos increíbles de prosa poética. Hay compositores que destrozan los poemas, pero nosotros hemos respetado los textos al máximo. 

-(EM) Los dos hemos llegado aquí con una trayectoria detrás. Juan ha cantado textos de Groucho Marx o de Nietzsche, tiene la valentía y la osadía que tenía Enrique Morente. Está Ángel González, el poeta que ha tratado el amor de forma más bella en los últimos años, pero también clásicos como Lorca o Pessoa, además de amigos y compañeros de viaje como José Carlos Rosales o Juan José Téllez. No es un repertorio inamovible, se irán añadiendo cosas. 

-¿Qué han aprendido el uno del otro en los últimos meses? 

-(JP) Trabajar con Enrique me permite abrir mis horizontes a la hora de abordar un texto. Hemos pretendido hacer un espectáculo elegante y que sea intemporal, que siga durante mucho tiempo.

-(EM) Juan es muy generoso, es un flamenco que tiene una perspectiva diferente. Hay temas en los que cantamos los dos juntos, hemos compuesto en tonos muy diferentes, lo que ha impedido que cantemos juntos en esos temas. Por su registro vocal puede hacer cosas diferentes a las mías, que tengo menos amplitud. 

-Han musicado también a Lorca, ¿les parece un disparate lo que está sucediendo en La Romanilla? ¿Es un reflejo de lo que está pasando en la ciudad en todos los ámbitos? 

-(EM) Granada es la reina del desencuentro. En algún momento se tendría que pensar que hay otras ciudades que se ponen de acuerdo en objetivos comunes. Recuerdo haber tenido esta conversación con Carlos Cano en la terraza del hotel Alhambra Palace, me decía: "Enrique, en esta ciudad todo se atora, todo se atranca, basta que salga una idea para que el contrario diga sistemáticamente no. 

-¿No son optimistas con la Capitalidad Cultural para 2031? 

-(EM) En esta ciudad hay más talento objetivo que en otras. Parece que hay un acuerdo para respaldar la candidatura, pero esto tiene que ir acompañado de un cambio de talante. Da la sensación de que el único sitio donde todos los planetas de han puesto de acuerdo es en el Parque de las Ciencias, donde parece que no se ha querido instrumentalizar políticamente. El talento está presente, hay materia prima de sobra, hace falta generosidad y un cambio de actitud. Los réditos políticos de la confrontación tienen que terminar. Granada me recuerda al nenúfar, una flor bellísima que se alimenta del fango, es doloroso, pero es así. Pero hay que mantener una lucecita de esperanza. Tanto Juan como yo defendemos los mismos valores. Yo tengo el mismo compromiso y estoy en el mismo lugar desde los 17 años. 

-(JP) En Málaga, en memos años que aquí, han orquestado una red cultural increíble. Esta es una ciudad donde no hay un debate elegante, todo son insidias. Lo veo difícil, porque lo primero para aspirar a la Capitalidad Cultural es poner de acuerdo a todos los sectores implicados. 

-La Sanidad y la Educación son las palabras que más se escuchan en el debate político, pero la Cultura no aparece por ningún lado. Por otro lado, no es lo mismo escuchar a Camela que leer a Gabriel García Márquez. ¿Habría que diferenciar mejor entre cultura y espectáculo? 

-(EM)La Sanidad y la Educación son los dos pilares, claro. La cultura es la forma de enfrentarte a las dos únicas verdades, la vida y la muerte. El Gobierno ha querido castigar al sector de una manera obscena, porque es un sector mayoritariamente progresista. Todo empezó con la Guerra de Iraq, nos sentenciaron con un 21% de IVA cuando el porno tiene un 4. No hablamos de los artistas, hablo de los puestos indirectos que genera la cultura, la han jodido y, creo, que premeditadamente. La gente de la cultura también tiene hijos y paga sus hipotecas. 

-(JP) Veo muy perdidos a los jóvenes por la información que les llega desde los medios de información o la universidad, que les conduce a un pensamiento único, no ven otra salida que las soluciones fáciles. La cultura enseña lo contrario.

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