Una treintena de mayores de Cájar disfrutan de una jornada de arena, olas y buen tiempo en el litoral granadino
ROSA FERNÁNDEZ MOTRIL |
Una treintena de usuarias de la Residencia la Encarnación y San José y del Centro de Mayores Caxar de la Vega de Cájar se acercaron ayer a la motrileña Playa de Poniente para disfrutar del primer y último baño de la temporada estival de la provincia.
Desde que alrededor de las doce de la mañana el autobús las dejara en la pasarela, no podían contener la emoción de acercarse al mar. "Les viene muy bien salir de la residencia, a cualquier sitio, pero esta salida a la playa les hace una ilusión muy especial, señaló la directora de la residencia, Ángela Jurado.
Esta última explicó que era la primera vez que venían a Motril: "Otros años hemos ido a Almuñécar, y después de esto estarán dos meses hablando de lo bien que se lo han pasado, la playa la recuerdan como algo bonito, porque en su época venían poco a la playa, ya que era un viaje lejano".
El concejal de Seguridad del Ayuntamiento de Motril, Manuel Ballesteros, les dio la bienvedida y comentó que ésta era una de las actividades más gratificantes que organizan los voluntarios de Protección Civil durante todo el verano, "puesto que tienen la oportunidad de compartir con los mayores la experiencia y son usuarios que dan mucho más de lo que reciben".
Desde el Ayuntamiento pusieron en marcha un operativo acorde al Plan de Playas Accesibles para estos visitantes, con dos socorristas acuáticos a pie de playa, dos voluntarios encargados del baño, sillas anfibias, una moto acuática con patrón y socorrista, un vehículo de evacuación sanitaria, un técnico de Emergencias Sanitarias y un voluntario, según describió el edil.
Este dispositivo demuestra que las playas de Motril están sobradamente preparadas para recibir a todo tipo de usuarios con movilidad reducida, motivo por el cual el litoral motrileño es el único en la provincia incluido en la Guía de Playas Accesibles de Andalucía.
Mientras las primeras atrevidas ya metían sus piernas en la orilla, Flori, de 86 años, se lamentaba de que había olvidado su bañador en casa. "No te preocupes", la tranquilizaba una de las monitoras, "yo te presto mi bikini para que no te quedes con las ganas de bañarte". La anciana sonreía ante el ofrecimiento, el año pasado ya se bañó y éste quería repetir. Las monitoras con sentidor del humor le preguntaban: "¿este bañador no será el tuyo, Flori?, ahí está, qué bien, hala, pues vamos a ponérnoslo".
Marina, de 73 años, no pudo resistirse y probó enseguida el agua, al menos en sus extremidades inferiores, mientras que permanecía a la espera de que le tocara el turno para poder usar las sillas. "Yo voy mucho a la playa de Almuñécar, a Velilla", dejaba claro.
Las primeras bañistas disfrutaron con la ayuda de los voluntarios de Protección Civil y de las monitoras de un agradable chapuzón, incluso alguna que en principio sólo iba a mojarse, al final acabó en brazos de un joven para poder bañarse sin miedo, lo que provocó la risa de todas.
La más veterana de ellas, Conchita, con 101 años, comentaba que ella prefería mirar y permanecer sentada a la sombra de un toldo. "A mí de nunca me ha gustado la playa, vivíamos en Francia y cuando veníamos los veranos, toda la familia venía a la playa, pero yo no quería playa, así que hoy no me baño ni los pies, en casa tengo una bañera muy bonita con agua calentita", justificaba.
Antonia y Rosario, de 87 y 81 años respectivamente, tampoco se animaron, aunque no perdían puntada de lo que acontecía. "Yo no me baño porque soy de secano, no me gusta", matizaba Antonia, "porque yo nado como las piedras cuado las echas al fondo del mar", bromeaba. En cambio, Rosario se lamentaba de molestias en una pierna "yo todo esto lo tengo más que trillado y lo conozco al dedillo, si no fuera por esta pierna, nado mejor que un pez, pues mi familia alquilaba un apartamento en Las Azucenas por lo que desde los 2 años me llevo yo bañando en la playa ...".
"¡Qué guapas estáis!", las piropeaba un voluntario. "Y eso que hoy no nos hemos pintado, ni nos hemos arreglado", respondían, aunque sin lugar a dudas el mejor efecto rejuvenecedor fue la emoción que ayer vivieron en la playa motrileña.
Desde que alrededor de las doce de la mañana el autobús las dejara en la pasarela, no podían contener la emoción de acercarse al mar. "Les viene muy bien salir de la residencia, a cualquier sitio, pero esta salida a la playa les hace una ilusión muy especial, señaló la directora de la residencia, Ángela Jurado.
Esta última explicó que era la primera vez que venían a Motril: "Otros años hemos ido a Almuñécar, y después de esto estarán dos meses hablando de lo bien que se lo han pasado, la playa la recuerdan como algo bonito, porque en su época venían poco a la playa, ya que era un viaje lejano".
El concejal de Seguridad del Ayuntamiento de Motril, Manuel Ballesteros, les dio la bienvedida y comentó que ésta era una de las actividades más gratificantes que organizan los voluntarios de Protección Civil durante todo el verano, "puesto que tienen la oportunidad de compartir con los mayores la experiencia y son usuarios que dan mucho más de lo que reciben".
Desde el Ayuntamiento pusieron en marcha un operativo acorde al Plan de Playas Accesibles para estos visitantes, con dos socorristas acuáticos a pie de playa, dos voluntarios encargados del baño, sillas anfibias, una moto acuática con patrón y socorrista, un vehículo de evacuación sanitaria, un técnico de Emergencias Sanitarias y un voluntario, según describió el edil.
Este dispositivo demuestra que las playas de Motril están sobradamente preparadas para recibir a todo tipo de usuarios con movilidad reducida, motivo por el cual el litoral motrileño es el único en la provincia incluido en la Guía de Playas Accesibles de Andalucía.
Mientras las primeras atrevidas ya metían sus piernas en la orilla, Flori, de 86 años, se lamentaba de que había olvidado su bañador en casa. "No te preocupes", la tranquilizaba una de las monitoras, "yo te presto mi bikini para que no te quedes con las ganas de bañarte". La anciana sonreía ante el ofrecimiento, el año pasado ya se bañó y éste quería repetir. Las monitoras con sentidor del humor le preguntaban: "¿este bañador no será el tuyo, Flori?, ahí está, qué bien, hala, pues vamos a ponérnoslo".
Marina, de 73 años, no pudo resistirse y probó enseguida el agua, al menos en sus extremidades inferiores, mientras que permanecía a la espera de que le tocara el turno para poder usar las sillas. "Yo voy mucho a la playa de Almuñécar, a Velilla", dejaba claro.
Las primeras bañistas disfrutaron con la ayuda de los voluntarios de Protección Civil y de las monitoras de un agradable chapuzón, incluso alguna que en principio sólo iba a mojarse, al final acabó en brazos de un joven para poder bañarse sin miedo, lo que provocó la risa de todas.
La más veterana de ellas, Conchita, con 101 años, comentaba que ella prefería mirar y permanecer sentada a la sombra de un toldo. "A mí de nunca me ha gustado la playa, vivíamos en Francia y cuando veníamos los veranos, toda la familia venía a la playa, pero yo no quería playa, así que hoy no me baño ni los pies, en casa tengo una bañera muy bonita con agua calentita", justificaba.
Antonia y Rosario, de 87 y 81 años respectivamente, tampoco se animaron, aunque no perdían puntada de lo que acontecía. "Yo no me baño porque soy de secano, no me gusta", matizaba Antonia, "porque yo nado como las piedras cuado las echas al fondo del mar", bromeaba. En cambio, Rosario se lamentaba de molestias en una pierna "yo todo esto lo tengo más que trillado y lo conozco al dedillo, si no fuera por esta pierna, nado mejor que un pez, pues mi familia alquilaba un apartamento en Las Azucenas por lo que desde los 2 años me llevo yo bañando en la playa ...".
"¡Qué guapas estáis!", las piropeaba un voluntario. "Y eso que hoy no nos hemos pintado, ni nos hemos arreglado", respondían, aunque sin lugar a dudas el mejor efecto rejuvenecedor fue la emoción que ayer vivieron en la playa motrileña.
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