lunes, 5 de octubre de 2015

Nacido del azúcar y el tabaco granadahoy.com

La azucarera de San Isidro levantó lo que hoy se conoce como el barrio de Bobadilla En la misma ubicación se encuentra Cetarsa Los vecinos reclaman más labores de mantenimiento
LOURDES MINGORANCE GRANADA
Las casitas de Bobadilla, rodeadas de jardines, no superan las dos platas de altura.
1. Las casas de este barrio están distribuidas a uno y otro lado de la carretera antigua de Málaga. 2. Una bonita fuente rodeada de jardines protagoniza la plaza Hermano Carlos. En otra plaza, la del Tabaco, se encuentra la sede de la asociación de vecinos. 3. Los vecinos desean cambiar el itinerario que hace el autobús por el barrio, el N-1. 4. A pocos metros se encuentra la vía del tren, ahora mismo cortada por las obras de la alta velocidad. 5. Desde casi todos los puntos del barrio se puede ver la azucarera de San Isidro. 6. Yolanda López y su compañera en el restaurante Bobadilla. 7. María José Mateos, Maribel Bolívar y Roberto Sánchez.

A cinco kilómetros del centro de Granada, donde parece que termina el barrio de La Chana, se encuentra la barriada de Bobadilla, un conjunto de casas nacidas de la antigua azucarera de San Isidro y el Centro de Fermentación del Tabaco. Sus viviendas están repartidas a uno y otro lado de la carretera antigua de Málaga, por donde todavía pasan importantes camiones y donde sus vecinos disfrutan de una vida muy tranquila a pocos metros de la ciudad. Porque, aunque el barrio pertenece al término municipal de Granada, no se puede obviar que tiene unas características muy propias que lo hacen diferente de cualquier otro lugar de la capital. 

En un principio, sus viviendas eran todas iguales, pues fueron construidas por ambas industrias para sus trabajadores. Sin embargo, con el paso de los años cada propietario ha variado la fachada de su casa dándole un novedoso aspecto pero sin perder su esencia natural. Ninguna casa pasa de las dos plantas de altura y los jardines salpican las dos únicas plazas de este barrio que ha acogido nombres en torno al cigarrillo. "Hasta hace nada la mayoría de las calles no tenían nombre, sólo la plaza Hermano Carlos y la calle Caña. Ahora hemos conseguido nombrar otras vías como la calle Semilleros o la plaza del Tabaco", explica Roberto Sánchez, presidente de la asociación de vecinos de Bobadilla, que ha vivido media vida en el barrio. Según cuenta, su padre trabajaba en la azucarera, por lo que desde muy niño los terrenos de Bobadilla se convirtieron en su espacio de juegos y diversión. Más tarde se mudó al barrio de la Chana hasta que sus hijos se hicieron mayores, momento en que decidió volver al barrio que lo vio crecer con su esposa. Mientras relata todo esto, Sánchez saluda a los vecinos que pasean por la zona. En Bobadilla todo el mundo se conoce y se vive en un ambiente de pueblo total. "Tiene pocos habitantes. Estamos bien, aunque nos gustaría que vivieran más niños", explica el presidente de la asociación, que muestra con orgullo la pista deportiva con cancha de baloncesto y campo de fútbol, el parquecito infantil para los más pequeños y la zona de máquinas biosaludables. Todo eso se logró en los últimos años gracias al esfuerzo de los vecinos que solicitaron más atención a un barrio que a veces es olvidado. "Ahora estamos bien. Nos gustaría tener más dinero para celebrar las fiestas, pues con los recortes es muy difícil, y que vinieran más los operarios de mantenimiento, pero, por lo demás, no tenemos queja", destaca Sánchez. 

A su lado se encuentra la vicepresidenta de la asociación de vecinos, María José Mateos, que se suma a las alabanzas que hace Sánchez a Bobadilla. "Aquí se vive muy bien, es todo muy tranquilo. Se escuchan los pájaros y los niños pueden salir a la calle porque entre todos los controlamos. Si un vecino ve a un niño por donde no debe le regaña", detalla esta vecina, que lleva nueve años en Bobadilla. Con anterioridad había vivido en La Chana, aunque ella es natural de Baza. Las únicas dificultades que encuentran son a la hora de ir a comprar, pues no hay ni una sola tienda en el barrio, aunque les quedan cerca. 

Tampoco hay iglesia, ni colegio, ni nada. "Ahora hemos conseguido que el autobús escolar también lleve a los niños al instituto", detalla. Ella realiza sus compras en la Chana, donde la mayoría hacen también vida. Lo que sí hay es varios establecimientos de hostelería como el mítico Mesón Pepe Quiles y el restaurante Bobadilla. En 1961 lo compró el suegro de Yolanda López, una de las encargadas del negocio. Según explica, en un momento se trataba de un matadero donde se podía comprar embutido. Tiempo después se fue transformando hasta convertirse en un tradicional mesón donde nunca faltó el tabaco, pues tiene licencia de estanco. De hecho, en los estantes todavía se amontonan las cajetillas de cigarillos. Al principio sobre todo iban los trabajadores de la tabacalera Cetarsa y la azucarera, un público que se fue transformando tras el cierre de ambas empresas y cambiando esta clientela por los propios vecinos del barrio y numerosos trabajadores de la zona que queda al lado del polígono de Fatinafar. "Es un sitio muy de paso de gente trabajadora", detalla Gómez, que recuerda que el establecimiento también tiene salón comedor. En él se sirven distintas especialidades como el bacalao con tomate, el cochinillo elaborado en un horno de leña tradicional con más de 50 años de antigüedad y rabo de toro, así como todo tipo de carnes a la brasa que se pueden acompañar con la salsa Bobadilla, en la que las alcaparras y los pepinillos son protagonistas. 

Aunque los vecinos se muestran encantados con Bobadilla, existen varios puntos negros que les gustaría mejorar. Entre ellos se encuentra la propia Azucarera de San Isidro e Ingenio de Juan, que está totalmente abandonada. Esta misma semana la Junta de Andalucía ha declarado esta fábrica Lugar de Interés Industrial, una categoría que dada la estrecha relación de los vecinos con el barrio y su arquitectura representativa de la industrialización del siglo XIX y principios del XX, merece. 

"Deberían arreglarla porque al final se va a venir abajo", explica Maribel Bolívar, también vecina de Bobadilla desde hace 28 años. Según cuenta, tanto ella como su marido trabajaban en la fábrica de tabaco y han visto toda la evolución del barrio. Recuerda así las propuestas que se han anunciado para darle un uso a estas dos industrias granadinas como la transformación en un centro cultural o la construcción de la estación del AVE. Sin embargo, ninguna de estas ideas ha cuajado quedando ambas construcciones a la espera de algo que no llega. Por otra parte, esta vecina también exige que se tapie la acequia Real para que no haya tantos insectos en verano. Tanto ella como el presidente de la asociación de vecinos detallan que Bobadilla es un barrio que se encharca con facilidad, o se inunda, provocando un auténtico caos en ciertas estaciones del año. No obstante, al igual que sus vecinos, opina que el barrio es una maravilla y se muestra feliz de vivir una zona donde los niños se crían como antiguamente, con sus bicicletas, sus patinetes y sus juguetes en plena calle.

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