Los Príncipes de Asturias revitalizan con su presencia la ceremonia que distingue al poeta mexicano, que resalta que el poeta de Fuente Vaqueros fue un "ángel" de las letras.
G. CAPPA |
En el mismo escenario en el que el año pasado había más asientos libres que ocupados, el poeta mexicano Eduardo Lizalde recibió ayer el Premio Internacional Ciudad de Granada-Federico García Lorca en un Auditorio Manuel de Falla en el que no quedaba un asiento libre. La presencia de los Príncipes de Asturias consiguió, igual que hace diez años en la primera edición, que cerca de mil personas acudieran al reclamo de la poesía. "Lo que realmente queremos es celebrar y reconocer su creatividad y su talento, su aptitud y su actitud para compartir con todos nosotros -con todos sus lectores y con quienes formamos parte del territorio de La Mancha, que decía Carlos Fuentes- la belleza, la inteligencia y la intensidad de su obra", dijo Don Felipe después de ser recibido con una ovación, que sólo fue superada en intensidad cuando Lizalde subió al estrado para recibir la estatua Luna, que lo acredita como ganador de un premio que hace una década recibió Ángel González de las mismas manos en su primera edición.
Al comienzo de su intervención, Don Felipe recordó aquella visita, que transcurrió meses después de su enlace, y recalcó que Granada es para él y para Doña Letizia un lugar lleno de recuerdos. "Ha pasado casi una década y, desde entonces, este galardón se ha ido consolidando en su reconocimiento de la mejor obra poética en el Mundo Hispano; aquella que contribuye a enriquecer aún más el inmenso patrimonio que representa la literatura en español", continuó don Felipe para recordar a continuación a José Emilio Pacheco, ganador del Lorca en su segunda edición, que falleció hace unos días y que también ostentaba el Premio Cervantes. "Como el premiado de esta edición, don Eduardo Lizalde, nos regaló su obra con el bello acento de la patria mexicana. A don Eduardo le manifestamos desde este mismo momento nuestra admiración y nuestra enhorabuena llena de sincero afecto". Y antes de dejar paso en el estrado al autor deEl tigre en la casa, Don Felipe quiso felicitar "a la ciudad de Granada" por impulsar un premio "que contribuye a afirmar la idea y la realidad de la Comunidad Iberoamericana desde una de sus más profundas dimensiones creativas: la poesía". En este sentido, el Príncipe afirmó que "a nadie extraña que desde esta tierra andaluza, rica y diversa en su historia e identidad, se haya tomado como referencia o como espacio literario constituido por tantas naciones de lengua española que, al mismo tiempo, conforma el ámbito iberoamericano con diferentes idiomas y culturas", resaltó hablando sobre un camino hacia el otro lado del Atlántico que conoce perfectamente y que el Premio Lorca ha seguido ya con anterioridad distinguiendo a José Emilio Pacheco (México), Blanca Varela (Perú), Tomás Segovia (México) y Fina García Marruz (Cuba).
Por último, el heredero de la Corona quiso entroncar al poeta mexicano con el autor deRomancero gitano, a los que unen "no sólo el gran bagaje cultural y lingüístico, también el profundo conocimiento musical que resulta decisivo a la hora de plasmar un ritmo, una cadencia y una belleza sonora que únicamente corresponde a los grandes de la poesía".
Por su parte, Eduardo Lizalde tocó la Luna con las manos y no necesitó leer ningún discurso para expresar su profunda emoción por recibir un premio que lleva el nombre de Federico García Lorca, "un ángel" de la poesía. Comenzó su intervención con la lectura de un poema de su obra Otros tigres y continuó relatando su admiración por quien fue un poeta que destacó desde su juventud "como un celebérrimo torero" por su creatividad. A diferencia de Pablo García Baena, el ganador de la pasada edición, que leyó un erudito estudio relacionando a Góngora con Lorca y, de paso, su ciudad de Córdoba con Granada, Lizalde prefirió improvisar apoyado en su dominio del escenario -intentó ser cantante- y en su poderosa voz.
El solemne acto tuvo un momento que despertó la hilaridad de los presentes cuando Lizalde, con cierto sarcasmo, recordó a los distinguidos con el Premio Lorca que han fallecido en los últimos años: Ángel González, José Emilio Pacheco, Blanca Varela y Tomás Segovia. "Es un honor recibir un premio que han recibido tantos ilustres escritores", dijo aunque la web oficial del premio todavía no se ha actualizado con estos decesos, quizás porque su poesía sigue viva.
Tras cerrar el apartado de agradecimientos se centró en la figura de Lorca, el protagonista de sus palabras desde que aterrizó en Granada el pasado lunes. "Fue un personaje impresionante, murió injusta y violentamente fusilado cuando yo era un niño, pero en la juventud leímos toda su obra, publicada en editoriales españolas o argentinas, y siempre aspiramos a parecernos a él en algo". "Lorca era un mago, todo lo que tocaba se volvía arte y espectáculo, Lorca era único entre iguales", recalcó Lizalde, tras recibir un premio que "honra a poetas menores como yo".
"Debido a la diáspora de maestros, filósofos y poetas que vivieron en nuestro país, fuimos amigos de contemporáneos de Lorca como Cernuda y otros que murieron en México", rememoró Lizalde, para quien el poeta, con una obra "más extensa, luminosa y original que la de los miembros contemporáneos de su tiempo y de muchas posteriores", era "un milagro, un portento de creador".
Al comienzo de su intervención, Don Felipe recordó aquella visita, que transcurrió meses después de su enlace, y recalcó que Granada es para él y para Doña Letizia un lugar lleno de recuerdos. "Ha pasado casi una década y, desde entonces, este galardón se ha ido consolidando en su reconocimiento de la mejor obra poética en el Mundo Hispano; aquella que contribuye a enriquecer aún más el inmenso patrimonio que representa la literatura en español", continuó don Felipe para recordar a continuación a José Emilio Pacheco, ganador del Lorca en su segunda edición, que falleció hace unos días y que también ostentaba el Premio Cervantes. "Como el premiado de esta edición, don Eduardo Lizalde, nos regaló su obra con el bello acento de la patria mexicana. A don Eduardo le manifestamos desde este mismo momento nuestra admiración y nuestra enhorabuena llena de sincero afecto". Y antes de dejar paso en el estrado al autor deEl tigre en la casa, Don Felipe quiso felicitar "a la ciudad de Granada" por impulsar un premio "que contribuye a afirmar la idea y la realidad de la Comunidad Iberoamericana desde una de sus más profundas dimensiones creativas: la poesía". En este sentido, el Príncipe afirmó que "a nadie extraña que desde esta tierra andaluza, rica y diversa en su historia e identidad, se haya tomado como referencia o como espacio literario constituido por tantas naciones de lengua española que, al mismo tiempo, conforma el ámbito iberoamericano con diferentes idiomas y culturas", resaltó hablando sobre un camino hacia el otro lado del Atlántico que conoce perfectamente y que el Premio Lorca ha seguido ya con anterioridad distinguiendo a José Emilio Pacheco (México), Blanca Varela (Perú), Tomás Segovia (México) y Fina García Marruz (Cuba).
Por último, el heredero de la Corona quiso entroncar al poeta mexicano con el autor deRomancero gitano, a los que unen "no sólo el gran bagaje cultural y lingüístico, también el profundo conocimiento musical que resulta decisivo a la hora de plasmar un ritmo, una cadencia y una belleza sonora que únicamente corresponde a los grandes de la poesía".
Por su parte, Eduardo Lizalde tocó la Luna con las manos y no necesitó leer ningún discurso para expresar su profunda emoción por recibir un premio que lleva el nombre de Federico García Lorca, "un ángel" de la poesía. Comenzó su intervención con la lectura de un poema de su obra Otros tigres y continuó relatando su admiración por quien fue un poeta que destacó desde su juventud "como un celebérrimo torero" por su creatividad. A diferencia de Pablo García Baena, el ganador de la pasada edición, que leyó un erudito estudio relacionando a Góngora con Lorca y, de paso, su ciudad de Córdoba con Granada, Lizalde prefirió improvisar apoyado en su dominio del escenario -intentó ser cantante- y en su poderosa voz.
El solemne acto tuvo un momento que despertó la hilaridad de los presentes cuando Lizalde, con cierto sarcasmo, recordó a los distinguidos con el Premio Lorca que han fallecido en los últimos años: Ángel González, José Emilio Pacheco, Blanca Varela y Tomás Segovia. "Es un honor recibir un premio que han recibido tantos ilustres escritores", dijo aunque la web oficial del premio todavía no se ha actualizado con estos decesos, quizás porque su poesía sigue viva.
Tras cerrar el apartado de agradecimientos se centró en la figura de Lorca, el protagonista de sus palabras desde que aterrizó en Granada el pasado lunes. "Fue un personaje impresionante, murió injusta y violentamente fusilado cuando yo era un niño, pero en la juventud leímos toda su obra, publicada en editoriales españolas o argentinas, y siempre aspiramos a parecernos a él en algo". "Lorca era un mago, todo lo que tocaba se volvía arte y espectáculo, Lorca era único entre iguales", recalcó Lizalde, tras recibir un premio que "honra a poetas menores como yo".
"Debido a la diáspora de maestros, filósofos y poetas que vivieron en nuestro país, fuimos amigos de contemporáneos de Lorca como Cernuda y otros que murieron en México", rememoró Lizalde, para quien el poeta, con una obra "más extensa, luminosa y original que la de los miembros contemporáneos de su tiempo y de muchas posteriores", era "un milagro, un portento de creador".
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