El Día Mundial de la Arquitectura, una fecha para reflexionar sobre cómo podríamos convertir nuestros pueblos y ciudades en mejores lugares para todos, se vivió ayer en Logroño desde distintas perspectivas. Quienes acudieron a la apertura del Aula Cultura de Diario LA RIOJA contemplaron el arte de la construcción a través de los ojos del reconocido arquitecto Juan Domingo Santos (Granada, 1961); los colegiados riojanos pudieron elevarse sobre Logroño y admirar su casco antiguo desde las torres de Santiago y La Redonda, y ya a ras de suelo, Domingo García Pozuelo inauguró una exposición fotográfica en la que invita a asomarse a distintas ciudades europeas y sus comercios minoristas a través de los escaparates.
Con este programa, el Colegio Oficial de Arquitectos de La Rioja (COAR) quiso resaltar la importancia de la arquitectura en nuestras vidas.
Hasta el 30 de octubre
La exposición de García-Pozuelo podrá visitarse hasta el día 30 de octubre en la sede del COAR (Barriocepo, 40). En ella, el arquitecto traslada a imágenes su pasión por descubrir «cómo se refleja la ciudad en los comercios, cómo el comercio minoristas da vida a la ciudad y cómo la ciudad donde éste desaparece queda empobrecida». Urbanismo, arquitectura y diseño convergen en esta reflexión que hace el propio autor.
'Vitrineando' (locución chilena que significa 'ir de escaparates') da título a la muestra fotográfica que el arquitecto riojano ha ido creando a lo largo de sus numerosos viajes -de ocio y trabajo- por distintas ciudades de España y Europa. Inicialmente se dejó seducir por aquellos escaparates en cuyas cristaleras se refleja la propia ciudad, sus edificios, calles y paseantes. La estética de los comercios minoristas, lo abigarrado de sus expositores, las verjas que los cubren... fueron sumando otros argumentos a esta serie, de la que García-Pozuelo ha seleccionado 82 imágenes para su exposición. En ella tienen cabida escaparates logroñeses con solera como los de Dulín, El Nuevo Mundo, Casa Mazo, Viza o Perfumería Muro. Con todo, Logroño «adolece de cierta falta de sensibilidad por el pasado», opina este arquitecto, para quien ciudades como París o Sevilla son modélicas en ese afán de preservar su personalidad y encanto a través de sus comercios históricos.
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