El segundo foro de IDEAL y Hefagra ‘Salud y Tercera Edad’ abordó el trato inadecuado a los ancianos en nuestra sociedad
INÉS GALLASTEGUI | GRANADA
 El periodista granadino Tico Medina ofreció su experiencia personal de 
la vejez, en el segundo foro de IDEAL y Hefagra ‘Salud y Tercera Edad’. 
:: GONZÁLEZ MOLERO
El Auditorio de la Caja Rural de Granada acogió anoche el 
segundo foro del ciclo Salud y Tercera Edad organizado por IDEALy 
patrocinado por Hefagra. Los geriatras José Manuel Marín Carmona y 
Francisco Javier Gómez y la psicóloga Mónica Triviño ofrecieron 
numerosos datos sobre el trato inadecuado que las personas mayores 
reciben en la sociedad actual, mientras el veterano periodista Tico 
Medina fue la voz de la experiencia que puso la nota emotiva y 
humorística de la velada.
Más de 200 personas acudieron al foro titulado 
‘Responsabilidad social en la Tercera Edad: afectos, protección y 
asistencia al paciente anciano’. Su coordinador y director del 
Departamento de Medicina Interna de la Universidad de Granada,
 Francisco Javier Gómez, abrió el fuego ofreciendo algunos datos 
inquietantes sobre el maltrato a las personas mayores: al menos el 5% de
 los ancianos han sido agredidos por sus cuidadores en alguna ocasión, 
pero esta cifra puede ser aún mayor, habida cuenta de que la mayoría no 
denuncia a sus familiares a causa de su dependencia emocional o 
económica. 
El doctor Gómez recordó que hay testimonios de maltrato a 
las personas mayores desde la antigüedad, cuando los individuos que ya 
no podían valerse por sí mismos eran abandonados por la tribu. Matizó 
que hay culturas en las que cuidar de los mayores representa «un honor y
 una bendición», como ocurre en el mundo islámico o en el gitano. 
El profesor subrayó que, aunque el maltrato puede ser 
físico, psíquico e incluso sexual, el tipo más frecuente es «la 
negligencia o el abandono», que tiene en el anciano consecuencias tales 
como deshidratación, desnutrición, ropa inadecuada o falta de cuidados 
médicos. Un ejemplo extremo, pero desgraciadamente habitual, se produce 
cada 31 de julio en las urgencias: algunas familias, deseosas de irse a 
la playa sin cargas molestas, dejan al abuelo o la abuela en el hospital
 y se marchan, en la confianza de que alguien se ocupará de cuidarlo. 
Con todo, el especialista recalcó que el trato inadecuado a
 los mayores procede, muy a menudo, de la sociedad en general. Se trata 
de la «violencia estructural» que generan las viviendas no adaptadas, 
las barreras arquitectónicas en las calles, las dificultades de acceso 
al transporte urbano o los semáforos que se ponen rojos sin dar tiempo a
 pasar a los peatones más lentos.
La neuropsicóloga Mónica Triviño abundó en el trato 
incorrecto a los mayores en el ámbito público y citó carencias como la 
escasez de instituciones especializadas, como hospitales geriátricos, 
centros de día o residencias para cubrir la demanda creciente de este 
tipo de servicios, así como la inadecuada formación de algunos 
profesionales sanitarios, «que achacan a la edad cualquier 
padecimiento». 
A su juicio, sin embargo, el problema más grave es 
cultural: «Socialmente, en el mundo occidental hay una devaluación de la
 vejez que se aprecia en los medios de comunicación, en la publicidad, 
en las películas». Como ejemplo, destacó la obsesión por ocultar las 
huellas del paso del tiempo, desde las canas hasta las arrugas. «¿En qué
 quedamos? Llegar a viejo ¿es un éxito o un fracaso? –se preguntó la 
psicóloga del Hospital de San Rafael–. Las personas mayores tienen una 
vida previa riquísima: han superado enfermedades, accidentes, guerras, 
malnutrición, pérdidas de seres queridos, problemas...». 
En ese aspecto, Triviño reivindicó la madurez emocional de 
los ancianos, su capacidad para aceptar las dificultades de la vida, 
asumir las decisiones tomadas y superar miedos y convencionalismos 
sociales. Y sin embargo, recordó, los mayores son castigados porque, 
para la sociedad, resultan un recordatorio de la muerte: «Envejecer 
conlleva un declive biológica que podemos retrasar, pero seguiremos 
muriéndonos». 
De fenómeno a problema
El doctor José Manuel Marín Carmona, presidente de la 
Sociedad Andaluza de Geriatría y Gerontología, criticó asimismo que el 
envejecimiento poblacional haya pasado de ser un «fenómeno» a 
convertirse en «problema» del que, además, se culpa a los ancianos. 
«Cada vez hay más personas mayores, y eso es un tremendo éxito», recalcó
 el geriatra, quien recordó que España tiene una de las esperanzas de 
vida más altas del mundo, en torno a 84 años para las mujeres y 80 para 
los hombres. 
En realidad, recordó, el problema no es que la gente viva 
más, sino que tiene menos hijos: las tasas de fecundidad en España están
 en caída libre desde los años setenta y solo experimentaron una ligera 
recuperación antes de la crisis gracias a la población inmigrante. Si la
 tendencia continúa, advirtió, en el año 2050 habrá, por cada español en
 edad de trabajar, otro mayor de 65 años o menor de 15.
El doctor Marín, que dirige el Centro de Envejecimiento 
Saludable de Málaga, recordó que la mayoría de las personas ancianas se 
sienten bien y mantienen una vida activa: viajan, asisten a 
espectáculos, hacen ejercicio físico, realizan labores de voluntariado y
 utilizan las nuevas tecnologías. Y por si fuera poco, con la crisis se 
han convertido también en el sostén económico fundamental de muchísimas 
familias: según una reciente encuesta de la Unión Democrática de 
Pensionistas, el porcentaje de mayores que ayudan económicamente a sus 
hijos y nietos ha pasado del 10% en 2010 al 60% en 2014. 
Y mientras tanto, las pensiones pierden poder adquisitivo, 
el copago obliga a muchos enfermos a renunciar a sus tratamientos y los 
solicitantes de la Ley de Dependencia se mueren aguardando ayuda en la 
lista de espera. «En muchos aspectos, los mayores están muy por encima 
de nuestra sociedad», concluyó el médico.
 

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