Mónica Triviño Mosquera, doctora en
 Psicología, actúa de ponente en el Foro Salud y Tercera Edad que se 
celebra este jueves a las 20 horas en la sede central de Caja Rural
MIGUEL MARTÍN ROMERO  | GRANADA
 Mónica Triviño Mosquera, en el Hospital de San Rafael, donde trabaja. :: ALFREDO AGUILAR
Mónica Triviño Mosquera es doctora en Psicología. 
Master en Bioética. Coordinadora del Centro de Atención Temprana y 
Neuropsicóloga del Hospital de San Rafael. Su trabajo profesional y 
científico se dirige a los pacientes con daño cerebral, sus familias y 
los profesionales que los atienden. A su preparación une una sonrisa 
permanente y una amabilidad que produce cercanía y trato sincero. Ella 
es ponente en el Foro Salud y Tercera Edad, que este jueves se celebra 
en la sede de Caja Rural, con el patrocinio de HEFAGRA. Sus opiniones 
son las que siguen.
-¿Cómo trata la sociedad al anciano?
-La vejez biológicamente va asociada al declive 
del organismo: es ley de vida y es una característica intrínseca a la 
naturaleza de cualquier ser vivo. Pero llegar a anciano significa haber 
superado a las enfermedades y a la muerte en edades más tempranas, lo 
cual no ha conseguido el ser humano en épocas históricas previas o fuera
 del mundo occidentalizado en la actualidad. Si a esto añadimos que es 
la edad en la que se alcanza la madurez cognitiva, emocional, familiar y
 social, podríamos decir que la vejez es sinónimo de éxito. Todo el 
mundo quiere llegar a viejo . Sin embargo -como me decía recientemente 
una compañera geriatra-, aunque todo el mundo quiere llegar a viejo, 
nadie quiere serlo. Vivimos en una sociedad que potencia los valores de 
la belleza, la riqueza y la juventud. En este sentido los ancianos 
parten con desventaja y, por desgracia, priman los aspectos negativos de
 la vejez.
-¿Qué enfermedades amenazan hoy a los mayores?
-Cualquier médico podría hacer una relación de las
 enfermedades que surgen debido al declive físico del ser humano: 
enfermedades cardiovasculares, pulmonares, digestivas, hepáticas, del 
sistema nervioso, etc., así como la proliferación de tumores y otras 
enfermedades degenerativas. Sin embargo, si consideramos la enfermedad 
como la pérdida de la salud en todos sus aspectos -biológicos, 
psicológicos y sociales-, no podemos olvidar que hacerse viejo conlleva 
sufrir la pérdida de seres queridos; perder, en ocasiones, parcial o 
totalmente la independencia funcional; sufrir un menoscabo de las 
relaciones sociales y de los recursos económicos; y, por supuesto, 
afrontar el acercamiento silencioso del propio final, de nuestra propia 
muerte.
-Mónica ¿Qué puede y que debe hacer una persona de edad para disfrutar la vejez?
-Es fundamental la prevención del declive 
biológico. Para ello existen ya en nuestra sociedad muchos mecanismos 
puestos en marcha, ya que se es cada vez más consciente de la 
importancia de la prevención: campañas para reducir el consumo del 
tabaco y alcohol, campañas para comer de forma saludable y hacer 
ejercicio, entrenar nuestra mente, etc. Pero no debemos ser ilusos y 
pensar que eso va a impedir la llegada del declive biológico y de las 
consecuentes enfermedades, por lo que es fundamental también el cuidado 
de nuestro organismo enfermo (prevención secundaria), para lo cual 
contamos con magníficas medidas médicas, quirúrgicas y farmacológicas. A
 pesar de ello, siempre podemos potenciar el positivismo. La sociedad 
debería realizar un esfuerzo por introducir un sistema de valores que 
potencie la felicidad por encima de la enfermedad y los problemas que 
esta sociedad genera: se puede seguir disfrutando de la familia, de los 
amigos y de la vida misma, a lo largo de todas las fases de nuestra 
existencia. Aceptar las dificultades, en lugar de evitarlas o negarlas, 
es un gran paso hacia la felicidad. Y finalmente, hagamos lo que 
hagamos, no debemos negar la finitud de nuestra existencia: es algo 
natural. Eso lo saben hacer mejor que nadie nuestros mayores y debemos 
aprender de ellos.
-¿Quién maltrata a los mayores? ¿Por qué son tan desconocidos este tipo de malos tratos?
-Creo que todos participamos en cierta medida en 
este trato indebido, en cuanto que tendemos a desvalorizar la vejez, 
infantilizamos a las personas mayores y mermamos su capacidad de 
decisión. Por ejemplo, no es infrecuente observar cómo la información 
médica se proporciona a los familiares en lugar de al anciano, a pesar 
de ser el auténtico protagonista. O cómo se toman decisiones sin tener 
en cuenta su opinión. Por supuesto, existen casos de maltrato grave 
-tanto físico como psicológico o financiero- que suelen producirse en 
situaciones de gran dependencia física, psicológica o social, donde el 
anciano es tremendamente frágil. Todos somos responsables de la 
detección y denuncia de estas situaciones.
-¿La soledad es uno de los grandes males que sufren los mayores?
-Ser viejo no es sinónimo de estar solo. De hecho,
 un gran porcentaje de personas ancianas llegan en esta edad a la mayor 
plenitud familiar: hijos, nietos, biznietos. Sin embargo, efectivamente 
no todas las personas mayores tienen un entramado familiar o no lo 
tienen siempre accesible (hijos trabajadores o emigrados, problemas 
familiares, separaciones o divorcios, etc.). Además, debemos tener en 
cuenta que las relaciones afectivas superan al núcleo familiar básico 
formado por los hijos: coetáneos como los hermanos, los cónyuges o los 
amigos, también siguen el mismo proceso de envejecimiento y culminan 
igualmente en la muerte. La pérdida de estos seres queridos en un breve 
espacio de tiempo es doloroso y puede generar sentimiento de soledad y 
«fin», aunque se esté rodeado de familiares.
-¿Hay que saber envejecer? ¿Qué pasos debemos seguir para envejecer con calidad de vida?
-Abordar el envejecimiento, al igual que cualquier
 otra etapa vital, requiere de madurez cognitiva y emocional: no hay una
 receta o unos pasos como tales a seguir. Podríamos aludir a la tan 
conocida inteligencia emocional, que hace referencia a la capacidad de 
'actuar sabiamente' en las relaciones humanas, regulando nuestras 
emociones a la hora de solucionar problemas y afrontar dificultades. Hay
 estudios que demuestran que la mayor madurez emocional se obtiene en la
 vejez, después de tantas y diversas experiencias vitales, vividas en 
primera persona. Esta inteligencia emocional lleva a afrontar la vejez, 
la enfermedad y la muerte de forma apacible, como una etapa más. 
Nuestros viejos son un ejemplo de esta inteligencia emocional: han 
sufrido una guerra, una postguerra, una dictadura y muchas dificultades 
familiares, sociales y económicas. Son tolerantes a la frustración, a la
 demora y al sufrimiento. Es una generación nacida para vivir y para 
luchar. ¿Qué sucederá dentro de unas décadas, cuando las nuevas 
generaciones criadas en el confort, el lujo y la inmediatez lleguemos a 
viejos? ¿Tendremos esa inteligencia emocional?
El secreto de la longevidad 
-La
 demencia afectara a uno de cada 20 granadinos dentro de 35 años. 
¿Estamos preparados para hacer frente a este reto? ¿La sanidad es 
consciente de lo que se le viene encima?
-Creo que no es una cuestión únicamente sanitaria.
 De hecho, considerarlo como un problema sanitario puede ser 
reduccionista, ya que las dificultades que se asocian al cuidado de una 
persona con demencia se relacionan sobre todo con problemas familiares y
 socio-económicos, ya que supone una sobrecarga para un único cuidador. 
Creo que es un reto social y político, que debe abordarse en todas sus 
dimensiones y ello implica pensar en los potenciales cuidadores de estas
 personas en el futuro. Debemos tener en cuenta que vivimos en una 
sociedad donde las cuidadoras principales están activas laboralmente, 
las familias se han reducido en número hijos para compartir los 
cuidados, se ha retrasado el momento de tener hijos (de forma que 
prácticamente coinciden en el tiempo la crianza de los niños y el 
cuidado de los mayores), se ha reducido considerablemente el tamaño de 
las viviendas, las redes vecinales de apoyo son inexistentes, etc. Por 
tanto, atender al anciano con demencia conlleva la atención de sus 
potenciales cuidadores y generar recursos para ello supone y supondrá un
 gran reto social.
-¿Cuál es el secreto de la longevidad?
-¿Existe ese secreto? Pues yo quiero conocerlo, ja
 ja. Por supuesto, llevar hábitos de vida saludable y cumplir con los 
tratamientos prescritos por los médicos, van a facilitar la longevidad. 
Llevar una vida lo más activa posible, no sólo a nivel físico (pasear, 
hacer deporte, etc.), sino psicológico (disfrutar de la familia, 
mantenerse activo, leer, conversar, etc.) y social (acudir a actividades
 grupales, comidas, talleres, viajes, etc.), va a promover la salud y 
prevenir la enfermedad. Sin embargo, debemos tener cuidado porque 
siempre se dice que el secreto de la longevidad es mantenerse joven, 
pero esto no deja de ser una desafortunada comparación: ser viejo nunca 
va a ser igual a ser joven y, de hecho, el intentar 'serlo' conlleva 
problemas para adaptarse a las diversas etapas vitales. Ser viejo es un 
estado físico, psicológico y social diferente, nunca peor que la 
juventud, sino evolucionado de la misma. Ser capaces de valorar lo que 
una persona ha obtenido cuando llega a viejo es el auténtico secreto 
para disfrutar de la longevidad.
-¿Qué retos tiene la sociedad española con las personas mayores?
-La sociedad española es, en general, sensible a 
las necesidades de las personas mayores. Se ha evolucionado en los 
recursos sanitarios y de investigación, con unidades de valoración del 
deterioro cognitivo, investigaciones sobre marcadores genéticos de la 
demencia, farmacología y otros potenciales tratamientos futuros. También
 han crecido los recursos sociales y económicos disponibles para ellos 
(aulas de mayores, centros cívicos, viajes organizados, descuentos en 
transporte, actividades lúdicas diversas, etc.). La famosa 'ley de la 
dependencia' ha generado un marco legal y económico para seguir 
avanzando y, a pesar de que los tiempos actuales no son muy favorables, 
el germen está alojado en la sociedad. Generar más recursos para mejorar
 la calidad de vida de las personas mayores es un gran reto. Pero no nos
 olvidemos que existe otro reto, más relacionado con los valores de la 
sociedad, y que supone la revalorización de la vejez: envejecer es 
positivo y morir viejo es todo un éxito.
-Mónica, después de tantos años dedicados a atender a las personas mayores, ¿ha llegado a alguna conclusión válida?
-Desde el punto de vista profesional, durante 
todos estos años he observado cómo la atención especializada favorece 
enormemente a las personas ancianas. El abordaje multidisciplinar de 
profesionales con formación en geriatría y gerontología permite 
intervenir de forma más eficaz sobre los problemas de salud y de 
dependencia funcional, así como sobre los aspectos emocionales, sociales
 y espirituales de las personas mayores, incluido el afrontamiento de la
 muerte. Desde el punto de vista personal, trabajar con ancianos es 
sumamente satisfactorio. Transmiten sabiduría, calma, experiencia y 
equilibrio. Además, me ayudan a recordar que la vejez es la continuación
 de la juventud: todos los viejos han sido antes niños, adolescentes, 
jóvenes y adultos, y sus relatos vitales siguen fascinándome. Me 
recuerdan, que ser joven ahora y disfrutar de la vida cada día, me va a 
ayudar a ser una vieja feliz y a asumir mi propia muerte. Espero que así
 sea.
 

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